Torneo de Saboteur en el Ministerio
En nuestro Ministerio, que rezumaba emoción y estrategia (y un poco de sudor de jugador concentrado), se celebró el domingo 8 de octubre el torneo del juego de mesa Saboteur, un evento que reunió a los maestros de la artimaña y a los estrategas más avispados. El clima minero era tan intenso que uno podía esperar que los duendes mismos aparecieran a reclamar su hogar subterráneo.
Partidas Clasificatorias
Al llegar se dividieron a los participantes en 3 mesas de 5 jugadores. Se jugaron varias partidas clasificatorias en las que los jugadores intercambiaban miradas cómplices y susurros conspiratorios como si estuvieran a punto de robar un banco, cuando en realidad solo estaban tratando de ocultar sus cartas y sus oscuras intenciones. Los que obtuviesen mejores puntuaciones en estas partidas, se reunirían para jugar otra y así jugar la final. Mientras las rondas avanzaban, las estrategias se volvían más enrevesadas que una telenovela de prime time. Los saboteadores se movían como auténticos ninjas, pero los mineros no se quedaban atrás, desplegando martillos y picos con una determinación que haría envidiar al mismísimo Thor.
Emoción en la Partida Final
El clímax del torneo llegó con una partida final tan tensa que si alguien hubiera dejado caer un alfiler, se habría escuchado en todo el local. Al final, un ganador, Jan Carlo, emergió y recibió el aplauso y el halago de los otros participantes celebrando la victoria merecida y el espectáculo de habilidad y astucia que todos habían presenciado. No solo eso, sino que nuestra participante Esther también se clasificó con Jan para jugar la final de Córdoba y, además, fue la ganadora del sorteo del juego. Todos los demás participantes recibieron cartas promocionales.
Reflexión sobre el Torneo
El Torneo de Saboteur no solo fue una competencia de habilidades en el juego de mesa, sino una lección de que incluso en la búsqueda del tesoro, el buen humor y el compañerismo son el verdadero premio. Sin duda, este evento quedará grabado en la memoria de todos los participantes como una experiencia hilarante y un homenaje al arte del juego estratégico… ¡y quién sabe si también como el día en que algunos aprendieron a esquivar bombas de mentira!